La instrucción de los misionarios no solo debía contentarse de dar al pueblo un conocimiento académico del catecismo y de quién era Jesucristo, sino que, Eugenio insistía para que ellos les enseñen que Jesucristo era su Salvador y que los amaba invitándoles a convertirse:
No lo es todo reunir a la gente en la iglesia, hay que instruirla, hay que conmoverla para que se conviertan.
Carta a Jean-Baptiste Honorat, el 27 de enero 1824, E.O. VI n. 127
En 1818, Eugenio escribió estas palabras en su primera Regla:
Si la gracia ha tocado a un alma por la fuerza de la palabra de Dios, es sólo en el tribunal de la penitencia donde la modela y la justifica. Sólo se predica para llevar a los pecadores hasta el borde de la piscina.
Regla de 1818 Capítulo segundo, §2
Treinta años más tarde, él mantiene aún la misma verdad fundamental:
Insiste también en dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Hable con frecuencia de ese divino Salvador y de cuanto ha hecho para salvar a los hombres. Hágales tomar el propósito de no dejar un solo día sin rezar..
Carta a Jean Viala, el 17 de enero 1849, E.O. IV n. 4