LLÉNESE DEL ESPÍRITU DE FAMILIA QUE NOS ANIMA. LE AMO YA COMO A MIS DEMÁS HIJOS Y LE PIDO CONSIDERARME COMO SU PADRE.

Una nueva experiencia para el Fundador, quien hasta entonces había conocido personalmente a cada Oblato: ¡el compromiso de por vida de un nuevo Oblato a quien nunca había visto! Escribe en su diario:

“Carta del Padre Dandurand de Longueuil, quien me dice que comienza un retiro para hacer su oblación el día de Navidad.  Su carta está llena de sentimientos piadosos.  Se trata del primer fruto de Canadá.  Podemos agradecer al Señor por él, pues se trata de una muy buena persona.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 1843, EO XXI

\Eugenio escribe después directamente al primer Oblato canadiense:

“No podía recibir, mi querido P. Dandurand, una felicitación más agradable para las fiestas de Navidad que su carta escrita en ocasión de su oblación, que ya había tenido lugar cuando la recibí. Es ya es por completo uno de los nuestros, es decir, forma parte de un cuerpo que tiene a María por Madre y que, bajo su poderoso patrocinio algunos luchan por destruir el imperio del demonio y extender con todo su poder el Reino de Jesucristo.

Sé que ha probado su fuerza en este ejército y que por la gracia divina ha recogido abundantes bendiciones.

El consuelo encontrado es la primera recompensa que se le ha concedido. Queda también la vida eterna que le está prometida y que será merecida a través de su fidelidad y perseverancia. Es el primero del Canadá, adonde el Señor de la viña ha enviado a los obreros de nuestra familia. Por ello, le debo mi mayor afecto y puede contar con él. Espero pronto su ejemplo sea seguido por hombres como usted, de buena voluntad y abnegación. Los Padres Leonard y Durocher siguen ya sus huellas y Dios nos concederá otros que imiten a esos buenos sacerdotes de quienes he oído ya tantas cosas buenas. Llénese del espíritu de familia que nos anima. Le amo ya como a mis demás hijos, y le pido considerarme como su padre.

Llegará el día en que pueda verle y abrazarle como lo hago ahora en espíritu, enviándole mi bendición y encomendándome a sus oraciones…”

+ C. J. Eugenio, Obispo de Marsella, S.G.

Carta al Padre Dámaso Dandurand, Enero 22, 1843, EO I núm. 15b

Seguramente Eugenio puede seguir expresando estas emociones cada vez que llega un nuevo miembro a nuestra Familia Mazenodiana en nuestra época.

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