Eugenio reflexiona en una carta que le envía al Padre Vincens acerca del llamado providencial a la Congregación Misionera Oblata:
“Un vasto campo que se abre a su celo. Canadá pide su ministerio, ¿cómo responder cuando no se tiene individuos? Sin embargo he consultado a toda la Congregación para saber lo que debía responder al Sr. Obispo de Montreal, que me pide cuatro misioneros para evangelizar su vasta diócesis y la conversión de los indígenas que están en contacto con él.”
Carta a Joseph Vincens, Julio 17, 1841, EO IX núm. 734
Eugenio hizo dos preguntas a cada Oblato: 1/ ¿debemos aceptar esta misión en Canadá, y 2/ ¿estarías dispuesto a ir allá, como misionero?
Yvon Beaudoin nos narra en una nota al pie de dicha carta:
“Se conserva una respuesta entusiasta del P. Dassy, que estaba dispuesto a partir con el P. Vincens: “No veo en esa misión muy grandes sacrificios que hacer: viaje, clima, cambio de país, separación de la familia, todo eso no es gran cosa a mis ojos. Diga una palabra y Francia estará para mí en Canadá; mis padres, hermanos y amigos estarán en Canadá; mi corazón volará a Canadá y ese país, que hace vibrar en este momento nuestras almas, ese país será también, si es preciso, mi única patria hasta la muerte…»