PESE A LO QUE MI RAZÓN ENGAÑADA ME PIDE CREER, EL DERECHO AL AMOR DE LA GENTE PERTENECE SOLO A DIOS

Continuando nuestra reflexión en la entrada del Diario el Domingo de Pascua de 1839, vemos a Eugenio meditar en la difícil lección que debía aprender cuando ingenuamente creyó que por amar a la gente y al tratarlos afectuosamente, le corresponderían de la misma forma.  Al principio, algunos en Marsella se encargaron de darle esa lección. 

¡Cuántas cosas interesantes habría que decir al respecto! Aunque me apartaría del tema. Quise decir que me excedí en el amor a mis semejantes y sobre todo al creer merecer a cambio sentimientos similares de quienes yo tanto quería. Pese a lo que mi razón engañada me pide creer, el derecho al amor de la gente pertenece solo a Dios. Los hombres pueden hacer mal siendo ingratos, injustos, no respondiendo al bien que se les hace, pero no debo quejarme de ello. La disposición para actuar y el servicio debe continuar.

Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 31, 1839, EO XX

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