Eugenio se encontraba en Suiza para cerrar la comunidad Oblata.
Aquí en Friburgo, hoy y todos los días anteriores he escuchado a la gente lamentar el regreso de nuestros padres.
Tras siete años de llevar el Evangelio a los más abandonados en la diócesis, se oía la opinión general de lo que su su generosidad había logrado.
Todos expresaban alabanzas: desde el obispo hasta el último clérigo, desde los prefectos hasta los últimos campesinos. Los sinceros testimonios de estimación y afecto y la manifestación unánime de todo el país confirma la buena conducta y servicio de los nuestros, para quienes es una muy dulce recompensa, y un gran consuelo para nosotros.
Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 2, 1837, EO XVIII
Como fundador y padre de la familia Oblata, Eugenio estaba feliz y orgulloso de los logros de sus miembros.
En nuestros días, cuando las circunstancias llevan a cerrar algún lugar del ministerio Oblato, encontramos invariablemente los mismos sentimientos. Es importante recordar que el carisma Mazenodiano es mayor que quienes lo proclaman y su espíritu permanece en los corazones, mentes y acciones de las personas.
En muchas partes del mundo encontramos grupos de asociados laicos que continúan reuniéndose y viviendo el carisma de San Eugenio muchos años después de que los Oblatos han partido del ministerio. El carisma de San Eugenio le pertenece a toda la Iglesia y es mayor que los Misioneros Oblatos.