Recibí carta de mi sobrino Luis de Boisgelin, informándome de su deseo de hacerse jesuita. No me sorprende la decisión, conociendo la piedad y vida ejemplar del joven. No seré yo quien se oponga a esa vocación si, como espero, proviene de Dios. Su carta está llena de generosidad y fortaleza.
Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 2, 1837, EO XVIII
La decisión del sobrino mayor de Eugenio había causado revuelo en la familia, en especial con la madre de Eugenio, quien abiertamente se había opuesto 30 años antes a la vocación de su hijo. Ahora mostraba una fuerte reacción a la decisión de su nieto.
Reflexiona en su diario:
Carta a mi madre, mencionando la vocación de mi sobrino. No es para afligirse, pues es una gracia recibida de Dios, que al apartarlo del mundo y acercándolo a Él se vuelve más perfecto. Debemos agradecer al Señor que perpetúe el orden sacerdotal en nuestra familia de generación en generación. Mi tío abuelo empezó el siglo pasado, después su sobrino el obispo de Marsella, y luego yo. Es muy reconfortante que la cuarta generación reciba el suyo.
Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 20, 1837, EO XVIII
Dice a su madre:
Así querida madre, como siempre, sea cristiana en esta circunstancia, y si sufre, que los pensamientos la fortalezcan y animen a ofrecer con gusto al Señor el sacrificio que nos pide a todos. Dios le dará además el consuelo de oírlo predicar y oír su misa….
Adiós, querida madre. Mirándolo bien, los sacerdotes son infinitamente más útiles a cada una de sus familias que los laicos, tanto durante la vida de sus padres, como después de su muerte. [ed. Por poder celebrar Misas por ellos después de su fallecimiento] Bendigamos a Dios por todo. Me despido con un abrazo
Carta a su madre, Julio 20, 1837 EO XV núm. 187