UN INCIDENTE DIVERTIDO

El diario personal de Eugenio nos permite ver su personalidad y sentido del humor, que no encontramos a menudo en sus cartas. En esta ocasión describe un incidente en Notre Dame de Lumières, con el texto de la carta pastoral que publicaría al recibir la Diócesis de Marsella en forma oficial.

… en  un momento libre que logré en San José [ed. lugar de su retiro], pensé trabajar en la pastoral de mi toma de posesión, por lo que hice en borrador unas siete u ocho cuartillas sobre el tema, sin poderlo terminar debido a las continuas interrupciones. No sé por qué, al salir, se me ocurrió meter esas hojas sueltas en este cuaderno donde permanecieron, sin que me ocupara más de ello; pero hoy, al salir con el P. Tempier y el P. Honorat a recorrer la montaña, unos señores trajeron una hoja de mi manuscrito, que acababan de encontrar frente a la casa. Reconocí una página de mi pastoral y de inmediato regresé a la casa para ver si encontraba el resto. Cuál fue mi sorpresa al no encontrar nada en el cuaderno; al salir a buscar a nuestros padres y contarles de mi desventura, ellos venían con otra hoja en la mano, encontrada en medio de una plantación. El asunto no dejaba de ser divertido, pero faltaban bastantes cuartillas, y según mi mala costumbre, no tenía más que ese borrador, y no niego cuánto me hubiese molestado tener que volver a empezar un trabajo casi terminado, pues no recordaba lo que había escrito de prisa. Fuimos a buscar las hojas que  faltaban; recorrimos parte de la huerta sin ver nada, y nos preguntábamos si esas cuartillas habían naufragado al intentar cruzar sobre el río o volado por el camino y servirían de encendedores para las pipas de los carreteros, o qué más les podría ocurrir, cuando oyéndonos la mujer del jardinero, nos dijo que esa mañana, cuando su marido trabajaba en la huerta, había encontrado algunas cuartillas que creía eran del P. Honorat, y que las había dejado en la cocina. ¡Ay, estaban cerca del fuego! aunque todas estaban ahí.
¿Pero cómo explicar el viaje aéreo y la caída?  Fácilmente: el viento había abierto el cuaderno en la mesa de mi escritorio cerca de la pequeña ventana… y las hojas de la pastoral, al estar sueltas, fueron  juguete del viento que se las llevó sin consideración, por la ventana. Una vez fuera, y siendo tan ligeras, llegaron lejos. Mal augurio para mi pobre pastoral, que probablemente no tiene mucho valor. Estoy casi tentado a rehacerla. ¿Qué necesidad tenía de empezarla tan pronto? Resultan mejor al hacerlas la víspera…  Esta estará añeja antes de ser impresa

Diario de Eugenio de Mazenod, Junio 2, 1837, EO XVIII

La última parte me hace sonreír, pues mi asistente en Estudios Oblatos siempre planea con mucha antelación y le es difícil mi trabajo de último minuto. ¡Parece que San Eugenio está de mi lado en esto!

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