ESE  DESBORDAMIENTO  DEL  QUE  QUERÍA  QUE  PARTICIPARAN  LOS NUESTROS

El Padre Casimir Aubert compartía su progreso con Eugenio, su padre espiritual, quien respondió:

Los detalles que compartes sobre tu interior me son muy agradables. He agradecido a Dios de corazón por la felicidad que te concede; tus proyectos me parecen bien…

Los talentos recibidos deben ser compartidos con los demás. El Evangelio es un ejemplo de ello.

Sin embargo, tu aptitud para las ciencias es un don de Dios y pienso que no debes desperdiciarlo. Ponerlo en segundo lugar, sí; enterrarlo sin utilizarlo, no; te aconsejo también no centrar en ti la relación con Dios, para que puedas saborear su dulzura. Haz uso generoso de tus riquezas, compártelas con los demás. Atráelos, empújalos si hace falta, con la fuerza que te dan la luz y la gracia que has recibido. Y no sólo debes actuar con tus escasos novicios, sino con todos los que te rodean, especialmente con aquellos que he puesto bajo tu dirección. Sabía que serías fiel y contaba sin duda con ese desbordamiento  del que quería participaran los nuestros. 

Carta a Casimir Aubert, Enero 3, 1836, EO VIII núm. 554

Cualquier talento que Casimir Aubert tuviera, debía compartirlo con quienes habían sido encomendados a su cuidado: “¡No cobren nada…a ustedes tampoco les costó nada!” (Mateo 10:8)

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