¿NO   ES   MI   DEBER   PREVER   LA   POSIBILIDAD   DE   UNA   PERSECUCIÓN  AUN MÁS ENCARNIZADA?

Hemos visto las dificultades de Eugenio desde diferentes ángulos. Finalmente, en agosto de 1835, apareció algo de esperanza para solucionar el conflicto entre el gobierno francés y Eugenio por haber sido nombrado Obispo de Icosia por el Papa sin contar con la aprobación del gobierno. En consecuencia, había sido privado de sus derechos como ciudadano y se encontraba en peligro de ser expulsado de Francia en cualquier momento.

La solución vino de dos sucesos. El primero fue que el Padre Guibert había ido a París por asuntos del seminario del que era responsable en Córcega y siendo amigo de la reina, tenía acceso al rey, pudiendo defender el caso de Eugenio.

El segundo fue el intento de asesinato del rey Louis Philippe el 28 de julio, en el que hubo muchas víctimas, pero el rey salió ileso.  Por primera vez desde que había tomado posesión el gobierno antirreligioso en 1830, el Ministro de Culto se acercó a los Obispos a nombre del rey para pedir se dijeran oraciones en todas las iglesias por las víctimas y se entonara un Te Deum en agradecimiento de la familia real por no haber tenido nada que lamentar. Fue la primera vez en 5 años que hubo señales de una disminución en las hostilidades.

Eugenio vio la posibilidad de reconciliación en ese cambio de actitud.

Reflexionando sobre su carta de ayer, mi querido amigo, es imposible no reconocer que esos primeros pasos han sido por orden superior. Luego se debe suponer la intención de acercamiento y se podría contar con alguna disposición de benevolencia, al menos en estos primeros momentos.

La percepción de Eugenio es una oportunidad de acercarse al rey y concluir la difícil situación:

Pienso no estaría mal que mi tío escribiera personalmente al rey para detener mi persecución y creo debemos reprocharnos no haberlo intentado  para cesar este injusto estado de opresión. Sería una lástima no se lograra nada, pero se habrá hecho todo lo que la prudencia y la sabiduría indican. No se trata de prometer dejarme tranquilo, sino de  llevar una vida como la que tengo desde hace dos meses, regular como nuestros novicios ¿no es mi deber prever la posibilidad de una persecución aun más encarnizada?

Carta a Henri Tempier, Agosto 17, 1835, EO VIII núm. 534

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