La exigencia de las misiones eran mucho mayores a lo que el pequeño grupo de Oblatos podía lograr. Aun así, no se podían obtener nuevos miembros con solo desearlo. Todo dependía del llamado de Dios a este estilo de vida.
El noviciado prospera; hay dos sacerdotes que saldrán bien armados para luchar en contra del diablo, claro está. La mayoría de los demás ha terminado teología y el próximo año estarán preparados para su oblación. Mientras tanto, hay que sufrir y tener paciencia, y sobre todo no querer ir más de prisa de lo que nos pide el impulso divino. Él sabe de las necesidades de su Iglesia y de nuestra buena voluntad.
Carta a Bruno Guigues, Enero 17, 1835, EO VIII núm. 502