EL MISIONERO: ¿EN QUÉ LO ES PARA ÉL?

Habiendo esbozado los principales puntos de su declaración de objetivos, continúan:

Los sacerdotes infrascritos,
Deseando, al mismo tiempo, responder a la vocación que los llama a consagrarse a ese penoso ministerio;

Petición de Autorización Dirigida a los Señores Vicarios Generales de Aix,
el 25 de enero 1816, E.O. XIII n.2

¿Por qué se unieron estos hombres para server a los demás? ¿Era por puro altruismo o filantropía? Creo que todo gira en torno a la palabra “salvación”. Desde el comienzo, iba a definir su ministerio como el ser “co-operadores del Salvador”. El fin principal de su ministerio y de sus vidas era su propia salvación y la de aquellos a los que eran enviados. Se trataba de hacer vida la respuesta a la pregunta del Catecismo: “¿Por qué nos ha creado Dios?” La respuesta era: “para amarle y servirle en este mundo, de tal modo que podamos ser felices con Él en el siguiente”.

Eugenio estaba convencido de que cualquiera de su grupo que viviera bien las exigencias de su vocación (en otras palabras, que siguiera fielmente la Regla) iría directo al cielo después de su muerte.

De este modo, los misioneros tenían un claro propósito: la salvación eterna para ellos mismos y para la gente a la que cuidaban.

 “Vela por ti mismo y por la enseñanza”, era el encargo de Pablo a Timoteo, “persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” (1 Tim 4, 16)
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