Al escribir a su tío, el Obispo, Eugenio describió su experiencia durante la ceremonia de consagración episcopal. La presencia de Dios fue perceptible:
Aparte de este vacío que solo yo sentía, todo transcurrió de modo admirable. Hasta pareciera que gracias a los dones del Espíritu Santo la ceremonia hará época por lo digna, majestuosa y edificante que fue: el pobre elegido estaba bajo la influencia de la sobreabundante gracia de Dios, tan bueno y generoso; y cuando su emoción, imposible de contener fue percibida por los obispos consagrantes o los asistentes, les fue transmitida y las lágrimas brotaron de todos los ojos, en medio del recogimiento general que reinaba mucho más que de costumbre, según me aseguraron.…
Ahí tiene querido tío, los consuelos que Dios me concedió, junto con otros, para sin duda fortalecerme ante las tribulaciones que me tiene reservadas.
Al Obispo Fortuné de Mazenod, Obispo de Marsella, Octubre 14, 1832, EO XV núm. 168