BEATO JOSÉ GÉRARD OMI , EL “APÓSTOL DE LESOTO” – MEMORIA: 29 DE MAYO

El Padre José Gerard nació cerca de Nancy, Francia, en el pueblecito de Bouxières-aux-Chénes el 12 de marzo de 1831. Pasó su infancia en la granja familiar y con la ayuda del párroco pudo comenzar sus estudios para el presbiterado.

Durante los dos años que estuvo en el seminario de Nancy, se quedó impresionado por las narraciones de los trabajos misioneros y en 1851 se unió a los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Fue ordenado diácono por el fundador, san Eugenio de Mazenod quien envió a José Gerard a la misión de Natal en África del Sur a la edad de 22 años.

En mayo de 1853 el diácono José Gerard llegó a su territorio misionero y nunca más regresó a Francia. El 19 de febrero de 1854 fue ordenado presbítero en Pietermaritzburg, África del Sur, y comenzó su misión con el pueblo Zulú. A pesar de sus esfuerzos, su ministerio entre los zulúes no tuvo un fruto inmediato y, con un sentimiento de decepción grande, se dirigió en 1862 al reino de Lesoto para anunciar el Evangelio al pueblo Basoto. P. Gerard trabajó y rezó durante más de dos años antes de conseguir su primer catecúmeno basoto. Incluso después de esto el progreso fue muy lento. Sin embargo, más y más gente escuchó el mensaje de Cristo en estos primeros años y vino a la iglesia. En cinco años desde que llegara estableció la primera estación misionera en Roma. Hoy este lugar tiene muchos noviciados y seminarios, una Universidad fundada por los Oblatos, escuelas superiores, muchas casas religiosas y un hospital, todo ello como herencia de este excepcional hombre de Dios.

En todos sus años en Lesoto hay que destacar la preocupación y la atención del P. Gerard por los enfermos y ancianos. A pesar de las distancias, del tiempo, de los inconvenientes, él salió siempre, a pie o a caballo, llevando el Santísimo Sacramento y sirviendo a todos los afligidos. Su profunda devoción a María fue absorbida por sus primeros convertidos y desde sus días la nación ha sido dedicada a María inmaculada.

Los últimos años de vida del P. Gerard los paso de regreso en su primera misión, en Roma. Algo más de un mes antes de su muerte, él montaba a caballo y subía a las montañas atendiendo a aquellos en necesidad. José Gerard murió el 29 de mayo de 1914. Tenía 83 años.

En una de sus notas de retiro el P. Gerard desveló la clave de su constancia escribiendo sobre la gente a la que servía: “debemos amarlos, amarlos a pesar de todo, amarlos siempre”. Vivió esta convicción en la alegría de propagar la Palabra de Dios a pesar de las fuertes oposiciones que encontró.

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