Estimemos, pues, esta preciosa Regla; tengámosla continuamente ante nuestros ojos y sobre todo en el corazón, alimentemos habitualmente nuestras almas de los principios que contiene; no actuemos, no hablemos, no pensemos sino conforme a su espíritu. Solo así seremos lo que Dios quiere que seamos, haciéndonos dignos de nuestra sublime vocación.
Notas de Retiro, Octubre 1831, EO XV núm. 163
Eugenio escribe acerca de la Regla –¿pero puedo reemplazar la palabra “regla” con “Evangelio”? ¿Puedo expresar los mismos sentimientos sobre la Palabra de Dios, que es LA Regla de las Reglas?