Como miembros de la Iglesia profética, los Oblatos han de ser testigos de la santidad y la justicia de Dios, reconociéndose ellos mismos necesitados de conversión. Anuncian la presencia liberadora de Cristo y el mundo nuevo que nace de su resurrección. Escuchan y hacen que se escuche el clamor de los sin voz, que apela al Dios que «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes» (Lc 1, 52).
CC&RR, Constitución 9
La acción en favor de la justicia, la paz y la integridad de la creación es parte integrante de la evangelización.
CC&RR, Regla 9a
Así como Misioneros Oblatos de Maria Inmaculada junto a nuestros asociados, nos esforzamos por integrar en nuestro ministerio este aspecto vital de la “presencia liberadora de Jesucristo y del mundo nuevo que nace de su resurrección” (C. 9). Hacemos esto gracias a nuestras prioridades de la JPIC OMI como Congregación.
Estas cuatro Prioridades fueron desarrolladas en 2009 y revisadas posteriormente en 2012, siguiendo un proceso de consulta y discernimiento por parte del Gobierno Central y del Servicio General JPIC OMI. Este proceso tomaba en consideración el mandato del Capítulo de 2010 de “desarrollar una animación actualizada para la misión y para el discernimiento de nuevas estrategias misioneras y de los principales desafíos misioneros”. Es también muy claro que estas prioridades son ad intra: Dar un testimonio fiel de Jesucristo mediante nuestro Carisma Oblato requiere que pongamos en práctica estas prioridades primero en nuestra propia vida comunitaria; y ad extra: La forma en que organizamos nuestra comunidad es nuestro primer compromiso misionero de dar testimonio y de colaborar en la construcción del Reino de Dios, predicado por Jesús, como la Buena Nueva para toda la Creación, para todos los hombres y mujeres.
Kennedy Katongo OMI http://www.omiworld.org/es/information/569/septiembre-2016/
“Todo cristiano es misionero hasta donde haya encontrado el amor de Dios en Cristo Jesús: ya no decimos ser ‘discípulos’ y ‘misioneros,’ sino más bien que somos siempre ‘discípulos misioneros.’” Papa Francisco La Alegría del Evangelio, n. 120
