Al volver a Aix como sacerdote recién ordenado, Eugenio definió cómo sería su ministerio:
Mi mayor ocupación será amarle, mi mayor empeño, hacerle amar. Emplearé en ello todos mis medios, todo mi tiempo, todas mis fuerzas, y aun cuando, tras muchas penas, solo hubiera logrado que alguien hiciera un acto de amor para con un Señor tan bueno, me tendré con razón por muy bien pagado
Notas de retiro de diciembre 1812, E.O. XV n. 109
Como predicador con un don, Eugenio era capaz de transmitir con éxito su principal preocupación a quienes le escuchaban. Su tío Fortuné describe los sermones inaugurales de la misión en Aix, donde Eugenio había predicado en provenzal (nervioso en la presencia de los dignatarios eclesiásticos):
Anoche tu hijo dio el sermón inaugural de la misión en la Catedral de Saint Sauveur y también en la iglesia de Saint Jean en los suburbios, ambos abarrotados. Pidió silencio absoluto y habló como un ángel, aunque sintió que sonó como pueblerino en Saint Sauveur, pues se trataba de una iglesia metropolitana y el Arzobispo y el Capítulo completo estuvieron presentes. De hecho, se humilló al grado de dar una disculpa pública al finalizar el sermón, lo que llegó tan profundo a los feligreses, que el P. Guigou, respondiendo en provenzal por el Arzobispo, dijol que el P. de Mazenod se hacía una injusticia al pensar que su lenguaje no era lo suficientemente elevado para el sagrado ministerio que ha realizado con tan buen crédito y tan gratificante para la audiencia. Al pasar el obispo cerca de mi yendo a celebrar la Bendición del Santísimo Sacramento, remarcó: “Su sobrino es sumamente modesto. Lo que podría yo hacer también.”
Fortuné de Mazenod al padre de Eugenio, Marzo 13, 1820, P.R. FB VI-3
(cita de Leflon 2, pág. 121)
“Señor, haz mi vida una ventana por la que brille Tu luz y un espejo que refleje Tu amor a todos a quienes conozca.” Robert Schuller