“El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor:
Que rompas las cadenas injustas
y levantes los yugos opresores;
que liberes a los oprimidos
y rompas todos los yugos;
que compartas tu pan con el hambriento
y abras tu casa al pobre sin techo;
que vistas al desnudo
y no des la espalda a tu propio hermano.
Entonces surgirá tu luz como la aurora…”. (Is.58:6-8)
“La caridad abarca todo, y ante las nuevas necesidades, de ser preciso, surgen nuevos recursos: de ayuda espiritual y corporal, alimento para el alma y el cuerpo; de instrucción ante la ignorancia; de consejo, guía y apoyo ante la debilidad; de refugio para la virtud o la penitencia; de piedad, dulce consuelo, fortaleza celestial para los moribundos y todo tipo de bondad prodigada en nombre de Jesucristo”.
Carta Pastoral, Febrero 7, 1847
REFLEXIÓN
¿Cuál es la apariencia del amor? Tiene manos para ayudar a los demás. Tiene pies para apresurarse a ir con los pobres y necesitados. Tiene ojos para ver el sufrimiento y la carencia. Tiene oídos para escuchar los suspiros y las penas de los hombres. Así es como luce el amor.
(San Agustín)
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“Hoy tomo por testigos al cielo y a la tierra de que les he propuesto la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Elige la vida y vivirás, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él.” (Deut. 30: 19-20)
“La nueva proclamación y aceptación de la ley entre los que de alguna forma habían cedido a los mandamientos de Dios y que de nueva cuenta desean estar bajo el amoroso yugo del Señor, debe ser hecha de forma tal que deje una profunda impresión.”
Carta a Bruno Guigues, Noviembre 5, 1837, EO IX núm. 652
REFLEXIÓN
Dios amado. Hoy elijo la vida, elijo seguirte por siempre. Ayúdame a conocerte más en mi travesía en la Cuaresma. Aumenta mi fe y confianza en ti en todas mis situaciones difíciles. Ayúdame a escuchar tu voz guiando y corrigiéndome en mi tiempo de oración durante la Cuaresma.
Ayúdame a tomar las decisiones correctas cuando es tan difícil hacerlo. Ven en mi ayuda para mantenerme fiel a Ti en mi cansancio y debilidad. Hoy, Señor, elijo la vida al elegir hacerte mi vida.
Amén.
Adaptada de: https://www.crosswalk.com/devotionals/your-daily-prayer/a-prayer-to-choose-life.html
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“En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios.” (2 Cor. 5: 20)
“Sí, hermanos míos, vengan y verán con qué alegría les ayudaremos a llevar su carga, que solo parecerá pesada en los primeros momentos de su conversión,
Pues una vez liberados, la luz habrá ocupado el lugar de las profundas tinieblas que reinaban en sus almas,
Dios será bondadoso y llenará sus corazones con un gran consuelo”.
Eugenio de Mazenod a los pobres de Aix en Provence, 1813
REFLEXIÓN
Cada año tus fieles se preparan con alegría limpiando sus corazones para la fiesta pascual.
A través de oraciones con más devoción, de obras de caridad y celebrando los misterios de nuestro renacimiento, es que llegamos a la plenitud de la gracia como tus hijos e hijas.
(Prefacio para Cuaresma I)
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En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios. (2 Cor. 5: 20)
Sí, hermanos míos, venid y veréis con qué alegría os ayudaremos a llevar vuestro yugo que no os parecerá pesado más que en los primeros momentos de vuestra conversión,
porque, cuando, una vez liberados del vicio, la luz haya ocupado el lugar de las profundas tinieblas que reinaban en vuestras almas,
Dios os parecerá tan amable, llenará vuestros corazones de tan gran consolación.
Eugene de Mazenod to the poor of Aix en Provence, 1813
REFLECTION
Each year you bid your faithful people cleanse their hearts and prepare with joy for the paschal feast.
By more faithful prayer and works of charity and by celebrating the mysteries of our rebirth, we are led to the fullness of grace as your sons and daughters.
(Preface for Lent I)
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El joven sacerdote Oblato canadiense, Pierre Fisette, no se adaptó a su ministerio en Córcega, pues había discernido su vocación a una vida contemplativa.
Eugenio anotó en su diario:
“Un día muy penoso para mi corazón, que el P. Fiset vino a pasar conmigo. Será quizá la última vez que nos veamos. Este pobre querido padre vino a despedirse de mí para ir a la Cartuja”.
A pesar de haber sentido el cuidado amoroso de los Oblatos, estaba preparado para hacer el sacrificio de dejar la orden para seguir el camino al que creía su corazón le llamaba.
“Cuando comprobé que le hacían falta otros medios de salvación, acepté su urgente y reiterada solicitud y le di una carta de recomendación para el padre prior. Es imposible dejar de amar a alguien tan encantador; así, nuestra separación fue muy cruel, pues estaba inmensamente apegado a la congregación y a mí en particular, lo mismo que al P. Guigues y a todos los nuestros que conoció”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Agosto 26, 1847, EO XXI
REFLEXIÓN
«La fe es subir el primer peldaño, aun cuando no se vea la escalera entera.» (Martin Luther King, Jr.)
Dios todopoderoso, autor de mi vida, ayúdame a aprender a leer lo que has escrito en mi corazón.
Que mis ojos puedan discernir y pueda tener un espíritu incansable
que vea dentro de mi para poder comprender cómo comunicarme con el exterior.
Y cuando ya te lea correctamente, otórgame la generosidad de ayudar a los demás a conocerte, de descubrir una de tus letras, una palabra de entrega radical a la vez.
Autor Desconocido (https://www.xavier.edu/jesuitresource/online-resources/prayer-index/discernment)
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El Padre Oblato nacido en Canadá, Pierre Fisette, había trabajado por dos años, cometiendo algunos errores que lamentaba. Eugenio llamó al joven de 26 años para ir a Francia en 1846, diciéndole: “Estoy en la mejor disposición de dar la bienvenida al penitente, con sentimientos paternales».
Al escribir al Padre Guigues, Provincial Superior en Canadá, Eugenio le confió:
“Debemos decir, después de tales experiencias, que hay que esperar contra toda esperanza”.
Eugenio, siempre confiado en su familia Oblata, hizo que Pierre le acompañara en todas sus actividades por algunos días, escuchó su confesión y lo llevó con algunos Oblatos franceses y su ministerio, antes de enviarlo a trabajar en Córcega.
“De quien le hablo pudo ver en las atenciones de mi parte, el testimonio de que todos los errores de un hijo no destruyen el afecto en el corazón de un Padre”.
Carta al P. Bruno Guigues en Canadá, Enero 8, 1847, EO I núm. 75
REFLEXIÓN
«El amor es la amistad que se ha incendiado. Es la comprensión en silencio, la confianza mutua, el compartir y perdonar. Es la lealtad en los buenos y malos momentos, se conforma con menos que la perfección, y es comprensivo de las debilidades humanas.» (Ann Landers)
Dios amoroso, ayúdame a compartir lo que soy y lo que tengo con quienes necesitan. Que mi amor por los débiles o quienes han cometido errores se muestre en mis acciones y palabras.
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El 17 de febrero marca para la Familia Mazenodiana el día en que en 1826, el Papa León XII, tras un proceso de discernimiento, reconoció que el grupo al que Eugenio de Mazenod dio vida fue una creación de Dios. Eugenio comprendió que
“la voluntad bien definida del Papa, están sorprendidos de esta convergencia unánime de pensamientos, pero sobre todo de la imperturbable resolución del Santo Padre, a quien nada pudo apartar de la primera idea que el Espíritu Santo le inspiró desde el primer día en que me postré a sus pies y le presenté el plan de esta obra, que ahora podemos llamar divina…”.
Carta a todos los Oblatos, Febrero 18, 1826, EO VII, núm. 226
El Papa reconoció que el carisma proviene del Espíritu Santo ¡y el acto de Dios que celebramos!
Este pequeño grupo de hombres había sobrevivido diez años a través de la visión de su fundación, superando penurias, persecución, deserción y casi la exterminación, sin darse por vencidos. Creyeron que su vocación venía de Dios, que su ideal era inspirado por Dios, al igual que su misión a los más abandonados. El discernimiento de la Iglesia lo confirmaba y les daba nueva vida y vigor. No era un momento de recibir palmadas en la espalda o de hacer una fiesta por lo ya logrado, sino una inyección de vida divina que les impulsó.
REFLEXIÓN
Que este 17 de febrero sea un momento de gracia para redescubrir el valor de nuestra vida proveniente de Dios, como un llamado para ir con valor hacia nuevos horizontes
Que sea un tiempo para agradecer el don de más de 200 años de servicio dedicado al llevar el Evangelio a los más abandonados.
Que sea una oportunidad llena de gracia para revalorar en nuestro entorno a la familia Mazenodiana, en la que todo tipo de vida recibe y es igualmente importante al pertenecer y cooperar en el don de Dios del carisma.
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Eugenio compartió con su familia Oblata en Francia las maravillosas noticias de Roma:
“Mis queridos hermanos: ayer por la tarde, 17 de febrero de 1826, el Sumo Pontífice León XII confirmó la decisión de la congregación de cardenales y aprobó específicamente el Instituto, las Reglas y las Constituciones de los Misioneros Oblatos de la Santísima e Inmaculada Virgen María…
La conclusión a la que debemos llegar, mis queridos amigos, mis hermanos buenos, es que debemos trabajar con renovado ahínco y con una abnegación aun más radical, para dar a Dios toda la gloria que esté en nuestras manos, y llevar la salvación a las pobres almas de nuestro prójimo por todos los medios a nuestro alcance; es apegarnos de corazón y alma a nuestras Reglas y cumplir con la mayor exactitud cuanto nos prescriben…
En el nombre de Dios, seamos santos”.
Eugenio de Mazenod, febrero 1826, E.O. VII, núm. 226
REFLEXIÓN
“Oh Señor, agradecemos profundamente tu llamado a participar en la vida y el carisma de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.
Esta vocación, inspirada por vez primera en San Eugenio de Mazenod, es un don a la vida de la Iglesia.
Este carisma nos lleva a una relación especial con Jesús el Salvador, cuya Cruz revela tu amor incondicional por toda la humanidad, en especial por los pobres y más abandonados.
El carisma Mazenodiano también nos lleva a una comunión cercana con los pobres y descubrimos ser evangelizados por ellos, a quienes somos enviados.
Te agradecemos la gracia de nuestra vocación, pidiendo vivirla en fidelidad y alegría, a través de la intercesión de María Inmaculada y Jesucristo, nuestro Señor. Amén”.
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Eugenio le comenta a uno de los Oblatos acerca de la reacción de la madre de Jean Chares Pandosy, de 23 años, al ser enviado a Canadá.
“Todos partieron con alegría, edificando mucho a todos aquí. Hasta la madre de Pandosy nos dio ejemplo de una heroína cristiana. Mientras lloraba exclamaba: ¿cómo puedo no agradecer a Dios la gracia de elegir a mi hijo para dar a conocer a Jesucristo a los infieles?
Zarparon a principios de este mes”.
Carta al P. Pierre Aubert, en Canadá, Febrero 3, 1847, EO I núm. 81
REFLEXIÓN
«Permite a toda madre darse cuenta de que no hay mayor bendición que los hijos que ha recibido del Todopoderoso; que no tiene mayor misión que guiarlos en la luz y la verdad, en la comprensión y el amor”. (Gordon B. Hinckley)
Tal vez sea un momento adecuado para pedir por nuestra madres y figuras maternas en nuestras vidas, a quienes debemos tanto.
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Leemos en el diario personal de Eugenio su orgullo por la partida de los primeros misioneros Oblatos a los Estados Unidos: el P. Pascal Ricard (de 41años) y los Hermanos G. Blanchet, de 28 años, Eugène Casimir Chirouse, de 26 años y Jean Charles Pandosy, de 23. Chirouse y Pandosy aun eran escolásticos y fueron ordenados al sacerdocio en Walla Walla un año después.
“Salida de nuestros apóstoles a Oregón. ¡Qué emotivo y hermoso fue! Mientras los bendecía, de buena gana me habría postrado a sus pies, «los pies del que trae Buenas Nuevas» [Is 52:7]. Partieron felices por haber sido escogidos para esa gran misión”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Enero 22, 1847, EO XXI
REFLEXIÓN
«Un pequeño grupo de espíritus con determinación, iluminados por una fe inquebrantable en su misión, pueden cambiar el curso de la historia». {Mahatma Gandhi)
Tomemos un momento para pedir por todos los misioneros: laicos, religiosas y sacerdotes. Que su valor y alegría al proclamar el Evangelio en todas las regiones construyan fuertes comunidades de discípulos que den testimonio en todo el mundo.
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