Con un ingreso financiero asegurado garantizando la posibilidad de un mejor estilo de vida en su país natal y cerca de sus familias, los tres hermanos de Mazenod llegaron a Marsella el 27 de diciembre y fueron recibidos con gran alegría por Eugenio, después de 15 años de separación. Fortuné fue recibido por las autoridades civiles, militares y religiosas, como si fuera ya el Obispo de Marsella.
El sueño color de rosa no había de perdurar por mucho tiempo!
Mientras los tres hermanos volvían de Sicilia, Eugenio les había enviado una carta advirtiéndoles de dificultades con el acuerdo del Concordat. Los viajeros se enteraron hasta su llegada a Marsella:
El diablo ya ha medido y pesado la extensión y el alcance de todo ese bien; por eso ha querido poner obstáculos y ha suscitado dificultades que, espero, serán pronto disipadas.…
… el grupo de hombres malvados ha protestado acerca de la gran cantidad de nuevas diócesis erigidas recientemente; el Ministro creyó obrar maravillas al retirar la nominación de algunas sedes, Marsella entre ellas.
Carta al Padre Fortuné de Mazenod, en Palermo, el 17 de noviembre 1817, E.O. XV n. 143 (Cf. Rambert I, 241 y Rey I, 215.)
El acuerdo entre el Papa y el rey de Francia, el Concordat, había sido cancelado y junto con él, la seguridad del restablecimiento de la diócesis de Marsella. En estas inciertas circunstancias, Fortuné fue a vivir a Aix con los Misioneros, donde permaneció los siguientes cinco años. El padre de Eugenio y su tío Louis se establecieron y rentaron un apartamento en Marsella.
Por el momento, todos los sueños de Eugenio respecto a la protección episcopal se habían desvanecido. Los tres hermanos de Mazenod vivirían tiempos de desilusión y dificultades en los años siguientes. Comentaremos sobre sus penurias más adelante.