UN CHOQUE DE GENIO PROVENZAL

Habiendo sobrevivido a la saga de confirmaciones, Eugenio afrontó otra en lo referente a la primera comunión de algunos de sus congregantes un par de meses después. Como siempre, el escribió a los pastores solicitando su permiso para proceder con la primera comunión de aquellos que procedían de sus parroquias. En el pasado, cada pastor habría respondido individualmente para dar su consentimiento. En este tiempo, sin embargo, el clima había cambiado y Eugenio recibió una réplica colectiva, la cual era condescendiente y le daba una pequeña lectura sobre los derechos de los párrocos.

Leflon describe la reacción de Eugenio:

“ Las razones que motivaron su réplica eran válidas, pero ciertamente hubieran ganado mucho de haberlas expresado en términos menos categóricos. Con la indignación de los primeros momentos, su fogosidad provenzal olvidó que la falta de moderación y de forma destroza siempre las mejores causas.
«Señores, les dice, tuve que leer dos veces las firmas de la carta que me han escrito, para convencerme de que los párrocos y rectores de la ciudad de Aix fueran capaces de contestar tan mal a una delicadeza que quise tener con ellos.
«Tenían que haber pensado, señores, que en las cartas atentas y llenas de miramientos que les escribí, no les pedía una gracia personal, y que nada me obligaba a hacer una petición que no me afectaba para nada; que, por lo tanto, era sumamente ridículo arrogarse el derecho de darme, en esta ocasión, una lección tan desatinada en la forma como poco seria en el fondo. Hubiese sido mucho más conveniente el haberme agradecido el trabajo que supone el cuidar una parte preciosa de su grey a la que no podía llegar su báculo y que, gracias a mis cuidados, ha entrado en el redil y en él se mantiene con la ayuda de la gracia.
«A ustedes les correspondía decir si querían o no conceder el permiso que les pedía en nombre de los chicos a los que atiendo. Y no hacia falta más. Todo lo que han añadido, sólo puede entenderse como una injuria personal que tan desatinado era hacerla por su parte, como soportarla por la mía sin manifestarles toda mi indignación…

Carta a los reverendos pastores y rectores de Aix, 4 de Julio de 1817, Leflón II p. 56-57.

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