MI MORADA, AL IGUAL QUE LOS CORAZONES DE TODO SU PUEBLO, SE ABRIRÍAN DE PAR EN PAR ANTE USTED

Las repercusiones de la Revolución de 1848 fueron dramáticas para el Papa Pío IX, quien sufrió amenazas en violentos levantamientos.  Eugenio le escribió:

“¡Si tan solo pudiera liberarlo por un instante de la carga de las penas de la Iglesia que tanto pesan sobre su Augusta testa!”

Luego hace una propuesta concreta al Papa:

“Puedo parecer atrevido al recordar que Francia ha sido a menudo un lugar de asilo para los pontífices perseguidos. Incluso como cautivos en tiempos recientes, cuando la falta de piedad dirigía el país, fueron aclamados triunfantemente a cada paso. Ahora, tal vez más que nunca, en especial en Marsella, la gente prodigaría las muestras más emotivas de veneración y amor al vicario de Cristo; sentirían que al poner pie en su suelo, se reforzaría lo que fue sacudido por la revolución; sería un símbolo de salvación para ellos, como un ángel de paz y esperanza.  Sentirían, por así decirlo, que el Señor llegó en persona a proteger y fortalecerlos en contra del mal.  No necesito expresarle que mi morada, al igual que los corazones de todo su pueblo, se abrirían de par en par ante usted”.

Carta al Papa Pío IX, Julio 3, 1848, citado en Leflon III pp. 250-251.

El Papa Pío no podía aceptar la invitación, por lo que al mismo tiempo, el Obispo Eugenio escribió una carta pastoral a su diócesis solicitando fervientes oraciones por él.

REFLEXIÓN

“El anterior es el evidente Jefe de la Iglesia, en total representación de Jesucristo, de quien es Vicario, mientras que los demás, nombrados de igual forma por Dios, comparten aunque en grado menor, esta sublime representación del Pastor Soberano de las almas.  El mismo principio que obliga a los cristianos a amar al Divino Salvador en su Iglesia, los obliga a un apego sobrenatural al Supremo Pontífice y a los demás Pontífices, que estando en comunión con él, son tanto sus hijos como sus hermanos en el apostolado”. (Carta Pastoral del Obispo Eugenio a la Diócesis de Marsella, Febrero 16, 1860.)

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