DEBEMOS SER GENEROSOS PARA AYUDAR A QUIENES SUFREN DE PERSECUCIÓN EN BIEN DE LA JUSTICIA

En las entradas anteriores reflexionamos sobre los efectos de la Revolución de 1848 en Francia y particularmente en Marsella.  La revolución tuvo consecuencias mayores a través de toda Europa, y en especial para la Iglesia, como Eugenio escribió en su diario:

“Confirmación y ordenación en mi capilla. De nuevo son jesuitas a quienes ordené. Hace falta evitarles la persecución atroz que sufren en Piamonte, Génova y Cerdeña…”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Octubre 20, 1848, EO XX1

El biógrafo Rey, explica:

“A partir del Sábado Santo había recibido recordatorios diarios de los juicios que padecían el Sumo Pontífice y la Iglesia.  Los Jesuitas expulsados de Roma eran perseguidos en el norte de Italia por leyes militares que sometían al servicio militar a los seminaristas y religiosos que no habían tomado las Santas Órdenes, e iban en tropel a Marsella, donde sus Superiores los presentaban para la Ordenación.  Casi a diario Mons. de Mazenod debía ejercer su alto ministerio como Obispo: “Es una cortesía de justicia con los religiosos perseguidos”.
(Rey II pág. 274)

Más adelante leemos en su diario:

Ahora las oraciones de la ordenación forman parte de mi oración matutina. Es una cortesía de justicia con los religiosos perseguidos”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Mayo 22, 1848

REFLEXIÓN

Entre los fugitivos recibidos por el Obispo de Marsella se encontraba el Superior General de los Jesuitas y sus colaboradores, siendo una muestra de gratitud de Eugenio por la herencia de San Ignacio y los Jesuitas que tuvo en su vida.

«Los cristianos siempre han disentido a lo largo de la historia… e inevitablemente, cuando la persecución de la libre expresión se presenta, siempre lo hace en contra de las personas que tienen los absolutos religiosos, pues es ahí donde está la amenaza a la libertad de la gente hacia el pecado.  Por tanto, siempre seremos los inculpados”.   (John MacArthur)

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