MI  SATISFACCIÓN  PERSONAL  AL  ADOPTARLES  COMO  HIJOS  BIEN DISPUESTOS COMO  SON, Y  LLENOS  DE  BUENA  VOLUNTAD  PARA  CORRESPONDER  A  LA GRACIA DE SU SUBLIME VOCACIÓN

Eugenio, padre de la familia, escribió a cuatro jóvenes que habían completado su noviciado y realizado su oblación perpetua: el compromiso de por vida como Misioneros Oblatos:

“Mis queridos hijos, les envío en una sola carta la respuesta que cada uno de ustedes tiene derecho de esperar de mí, pues se trata de los mismos sentimientos que debo expresarles, de agradecimiento a Dios por el bien que les ha hecho y de felicitación con motivo de su profesión religiosa por la cual se han consagrado al Señor y dedicado al servicio de la Iglesia en la Congregación, cuyo fin principal es la conversión de las almas y sobre todo de las almas más abandonadas. Quiero también manifestarles mi satisfacción personal al adoptarles como hijos bien dispuestos como son, y llenos de buena voluntad para corresponder a la gracia de su sublime vocación”.

Carta dirigida a “nuestros muy queridos Hermanos e hijos en Jesucristo, Hermanos Bonnard, Martini, Cooke y Dunne”, Agosto 22, 1846, EO X núm. 910

Estas palabras que Eugenio escribió hace más de 170 años, siguen vigentes para nosotros hoy en día, en que como miembros de la familia por su carisma, cada grupo expresa de forma diferente su compromiso con los ideales de San Eugenio, todos centrados en la expresión de su consagración bautismal al servicio de la Iglesia y las almas más abandonadas.

Nuestro Santo sigue expresando su satisfacción a través de su intercesión por nosotros en el cielo.

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