“Por fin he podido poner en práctica un proyecto en el que tenía mucho interés y que debe lograr felices resultados para la Congregación: hacer estudiar a todos nuestros Padres jóvenes. Para ello no he dudado en despojar casi por entero a todas nuestras casas y los reuní a todos en Parmenie, bajo la dirección inmediata del P. Vincens, encargado de sus estudios y de hacerlos trabajar. Comenzaron a principios de mes. Si las vocaciones son escasas, al menos formemos sujetos aceptables”.
Carta a Eugenio Guigues en Canadá, Julio 30, 1846, EO I núm. 67
Tal decisión había sido tomada en una reunión del Superior General, Eugenio de Mazenod, y su Consejo General.
A continuación leemos el texto de las minutas del Consejo del 4 de abril de 1846:
«Por largo tiempo ya, se vio la necesidad en la Congregación de no dejar a sus recursos propios a los padres recién ordenados que son enviados a las diferentes casas para comenzar a ejercer el santo ministerio. Es indispensable ofrecerles alguna guía, no solo en las dificultades de los casos que se presentan en el confesionario y en la administración de los demás sacramentos, sino también en la predicación, es decir, en la forma en que redactan y expresan sus sermones”.
“Todo el propósito de la educación es convertir a los espejos en ventanas”. (Sydney J. Harris). Es esencial en nuestras atareadas vidas la necesidad del estudio, de la reflexión y de la renovación. Sin ello, corremos el riesgo de que nuestro horizonte se convierta en un cómodo espejo introspectivo, en vez de ser una ventana abierta a todo el mundo”.