NO QUIERO EN LA SOCIEDAD MECHAS QUE HUMEAN 

El celo misionero fue el sello distintivo de la personalidad y toda la vida de Eugenio. En su lecho de muerte, su último deseo para los Oblatos fue que tuvieran un celo imperecedero por la salvación de las almas.

“No quiero en la sociedad mechas que humean; que quemen, que se reaviven, que iluminen, o que se vayan”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Julio 19, 1846, EO XXI

Eugenio no escatimó esfuerzos en reavivar las «mechas humeantes» en su familia misionera. En sus cartas vemos su total apoyo a quienes necesitaban ser reavivados, para que pudieran convertirse en brillantes luces misioneras.  Cuando era evidente que el pabilo no podía ser salvado de humear, era hora de que la persona se apartara de la Congregación y tomara un rumbo diferente en su vida.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *