LAS RESPONSIBILIDADES DE UNO DE LOS MIEMBROS DEL EQUIPO DE FORMACIÓN

 Los escolásticos (a quienes Eugenio siempre se refería como «los Oblatos») estudiaban en el Seminario Mayor de Marsella, junto con los seminaristas diocesanos. El Padre Tempier había sido el Superior y Director de Formación desde 1827 y al mismo tiempo estaba muy atareado como Vicario General de la diócesis y de la Congregación Oblata, por lo que requería el apoyo de su equipo de formación en el seminario. Eugenio estaba en contacto cercano con todos los estudiantes y comentaba su preocupación por algunos ejemplos que consideraba no tener suficiente piedad. Le escribe al Padre Charles Bellon, uno de los formadores:

Te recuerdo a ti que eres su director que no se trata de contentarse de cualquier manera con lo que se te quiere dar, sino que uno se ponga de la mejor manera posible a adquirir las virtudes propias del estado de perfección a que se han consagrado.

Carta al Padre Charles Bellon, Agosto 30, 1844, EO X núm. 853

El Padre Bellon tenía 30 años y lo presentamos ahora, pues le encontraremos con frecuencia en la correspondencia de Eugenio. (Iba a ser la primera opción de Eugenio como Vicario Apostólico en Natal en 1852).

«El padre Bellon fue llamado al seminario mayor de Marsella en el otoño de 1843 para enseñar dogma y ser el director espiritual de los escolásticos, cuyo número aumentaba cada año. El P. Fabre escribe al respecto: «Era necesario escoger para dirigirlos un padre que reuniera, con una ciencia sólida y profunda, una piedad suave e ilustrada, un padre que pudiera instruir con su palabra y formar con su ejemplo. El rev. padre Bellon era digno, entre todos, de la elección que nuestros superiores hicieron de él; durante los cinco años que tuvo este cargo tan difícil y tan importante, supo mostrarse siempre a la altura de tan delicadas funciones. Al pedir a los demás sólo lo que el mismo hacía, su vida era para los seminaristas y para los Oblatos una predicación continua. En las clases, era un profesor instruido y concienzudo, en la capilla y en la sala de ejercicios, un modelo de piedad, de fervor y de regularidad. En su celda era un director bueno, prudente, lúcido, sin debilidad y sin rigidez; de un semblante siempre igual, su rostro inspiraba confianza como su palabra hacía amar la piedad; como sabía emplear el tiempo con sabio discernimiento y una piadosa avidez por el estudio, pudo adquirir esa profundidad de doctrina que más tarde iba a hacer que fuera buscado y estimado en el concilio provincial de Agen [1859] por doctos y piadosos prelados, y al mismo tiempo se formaba y perfeccionaba en el conocimiento del hebreo, el italiano, el alemán, el inglés y el español. Su jornada estaba maravillosamente ordenada; había descubierto la manera de hacer mucho y de hacerlo bien, de unir una ciencia profunda a una piedad suave y amable…””  (Ver https://www.omiworld.org/es/lemma/bellon-charles-barthelemy-es/ )

Evidentemente su enseñanza era a través del ejemplo, aunque Eugenio creía que necesitaba ser más pro-activo.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *