CÓMO LOS DEFECTOS DE ALGUIEN PUEDEN ECHAR POR TIERRA LOS PLANES DE LOS SUPERIORES Y ALTERAR TODA SU LABOR

A pesar de la bondad, generosidad y el celo de la mayoría de los Oblatos, había algunos que no estaban a la altura de la exigencia de su vocación.  Uno de ellos era el Padre Leopold  Carles de 24 años, quien en su primer año de sacerdocio ocasionó un caos en Córcega. Cito de la correspondencia, pues nos da la idea de cómo Eugenio manejaba las dificultades dentro de la Congregación.

Yvon Beaudoin nos comenta acerca de ese joven:

“Inmediatamente después de su ordenación fue enviado al seminario mayor de Ajaccio, como profesor de filosofía. Tan pronto llegó a la casa, el Padre Moreau, el superior, le envió a Vico y escribió al Fundador informándole que dicho sacerdote no podía permanecer en la casa “el que sea cambiado es una cuestión de vida o muerte para los estudiantes”. Así, el 5 de octubre, el Fundador escribió al Padre Semeria en Vico:

“Aunque esté sumamente contrariado por la decisión tomada sobre el P. Carles, por el momento lo dejo en Vico, entendiendo que ahí se esforzará más que en otra parte en corregir su carácter difícil y que no perturbará de ninguna manera la paz y la tranquilidad que reina en esa casa por gracia de Dios. Te recomiendo no dejarle pasar nada. Cómo, recién  ordenado y apenas llegado a su puesto, se ha mostrado tan imperfecto que el superior haya temido comprometer a la Congregación por como se comportó con los seminaristas. No puedo expresarte cuánto me ha preocupado este contratiempo. Cómo los defectos de alguien pueden echar por tierra los planes de los superiores y alterar toda su labor”.

Carta al Padre Etienne Semeria, Octubre 5, 1843, EO X núm. 818

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