La cercanía de los misioneros les hizo ser conscientes de las necesidades y reacciones de la gente.
Así hoy hemos descubierto a dos personas que, bajo las apariencias de un matrimonio que de hecho nunca habían contraído, estaban viviendo ya desde varios años en concubinato sin que nadie lo supiera; posiblemente habrían muerto en ese estado, sin la visita que les hemos hecho.
En estas visitas hay que cuidar de entrar en todas las casas, incluso en aquellas donde se prevé que uno va a ser mal recibido: aunque solo fuera por el mérito de sufrir algunos desprecios por Nuestro Señor Jesucristo, se recabaría siempre un provecho muy grande, y esos desprecios no deben desperdiciarse en el ejercicio de un ministerio tan sublime que la gente en general valora tanto.
Diario de la misión de Marignane, el 18 de noviembre 1816, E.O. XVI