DESEO INSISTIR EN QUE NUESTROS PADRES NO VAYAN SOLOS A LAS MISIONES

Para Eugenio la comunidad apostólica nunca fue algo negociable de la vida Oblata. Al enviar a los primeros Misioneros a Canadá, su intención fue que vivieran en una comunidad desde la cual pudieran realizar sus misiones. Sin embargo, una vez ahí, los Oblatos se dieron cuenta de la necesidad urgente de evangelización de la gente que se encontraba abandonada y no tenía quien les ofreciera la posibilidad de la salvación eterna. Así se inició el conflicto permanente entre dos valores Oblatos: la cercanía a la gente para cubrir las necesidades más urgentes, frente a la necesidad de una comunidad apostólica.

“Tengo algo que decir sobre elegir al Hno. Laverlochère para las misiones con los indígenas: ¿no saben que necesita mucha práctica en las virtudes, no sólo religiosas sino cristianas? ¿Y cómo lo destinan de pronto a una misión tan delicada? No es conveniente se le deje solo. Y a propósito, deseo insistir en que nuestros Padres no vayan solos a las misiones. Los Padres Jesuitas acaban de regular que sus Padres irían siempre de dos en dos. Deseo que adopten ese método. Solo con dispensa y por necesidad sería de otra forma”.

Carta al Padre Jean Baptiste Honorat, Marzo 1°, 1844, EO I núm. 32

Veremos que esta fue una preocupación constante para Eugenio conforme aumentaron las misiones en el extranjero. Se trata de una lucha que aun hoy en día no ha sido solucionada del todo.

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