Continuamos la entrada anterior donde vimos a Eugenio corregir al Padre Honorat por haber compartido las fallas de algunos de los miembros de su comunidad con el obispo de la diócesis.
“Es deber de un Superior ensalzar a todos sus hermanos, tal como es el deber de ellos ensalzar al Superior. Esa caridad mutua es en provecho del grupo entero, facilitando el bien que está llamado a hacer. Deja entonces cualquier preocupación y utiliza todo lo que recibes, comprendiendo siempre lo humano, sin sorpresa ni pena”.
Carta al P. Jean Baptiste Honorat, Octubre 7, 1843, EO I núm. 27
Pude comprender el poder de estas palabras a través del antiguo Superior General, el Padre Marcello Zago uno de los sucesores de San Eugenio, cuando al haberme asignado a un puesto de responsabilidad y tomar una mala decisión respecto a algo por hacer que involucraba a otras personas y que no podía cambiarse por un año, me llamó y de forma firme me hizo consciente de los inconvenientes de mi decisión. Después de llamarme la atención, añadió: “Sabes que no estoy de acuerdo contigo, pero aun así apoyaré y defenderé tu decisión”. Al año académico siguiente pude corregirlo y nunca he olvidado esa lección de cómo una figura de autoridad se relaciona con, corrige, pero apoya a sus compañeros.