SE PUEDEN ESPERAR FELICES FRUTOS DE SALVACIÓN EN INGLATERRA E IRLANDA

Continuando su carta a la Sociedad para la Propagación de la Fe, Eugenio hace alarde de los logros de los Oblatos en Inglaterra y Gales, y sus esperanzas de convertir a muchos al catolicismo.  El vocabulario corresponde a esa época: recordemos que en el Siglo XIX se consideraba que los católicos fuera de la Iglesia no tenían salvación, por lo que era imperativo enfocarse en la conversión de las personas en un país predominantemente anglicano.

“La Congregación ha abierto un establecimiento en Inglaterra, en el condado de Cornualles. Esta obra comienza con la esperanza de ser un poderoso medio para la conversión de la población protestante del lugar. Todo augura que felizmente así será y varias conversiones ya han inaugurado la obra que desde su comienzo contó con una simpatía casi general. La iglesia de los misioneros construida en Penzance es espaciosa, aunque no está todavía pagada del todo; no se puede pedir nada a los protestantes, quienes sin embargo, asisten gustosamente a los oficios de la Iglesia Católica y escuchan la instrucción de nuestros sacerdotes. (Además, hay que construir la casa habitación y dejar de ser inquilinos). Este primer éxito dio lugar a la próxima apertura de una nueva fundación en Gales, según el deseo del Vicario Apostólico de ese distrito. Se pueden esperar felices frutos de salvación en Inglaterra e Irlanda.

Además, me pareció bien aceptar la apertura de otro establecimiento en Cork, Irlanda. Nuestros misioneros, que ya han hecho pruebas en ese país serán de ayuda, ya que su espíritu les hace particularmente aptos para el ministerio que se agrega al clero irlandés; es necesario que los nuestros recluten ahí obreros para el Alto Canadá, donde se habla inglés, y para las misiones de Inglaterra. No faltará quien realice su vocación a la perfección, de recibirlos siendo bastante jóvenes y proporcionarles una buena educación religiosa en un buen noviciado.

Sin embargo, las obras al otro lado del océano son demasiado vastas para que nuestra Congregación se baste únicamente con sus recursos. Necesitamos la ayuda de la Sociedad para  la Propagación de la Fe, que solicito con gran confianza por lo ya realizado que ha sido de gran importancia, y que se nos considere en el reparto de los fondos destinados a las misiones extranjeras. Espero que desde este año se nos asigne ayuda que nos permita realizar lo que el Señor nos ha concedido iniciar, con su visible bendición.

Señores, acepten la seguridad de mi consideración, con el honor de ser su muy humilde y obediente servidor.

+ C. J. Eugenio, obispo de Marsella, S. G.

Carta a la Sociedad para la Propagación de la Fe, Junio 15, 1843, EO V núm. 82

El toque personal para alentar la generosidad de los benefactores:

“Otro misionero de nuestra Congregación de los Oblatos de la Inmaculada Concepción se presentará con ustedes y les contará maravillas de su misión en Irlanda e Inglaterra, en el condado de Cornualles. No me fue posible enviarle una carta de recomendación para ustedes, aunque se recomienda lo suficiente por sí mismo. Se trata de uno de los más distinguidos, que se ha ganado ya la estimación y confianza de los Obispos de Irlanda e Inglaterra con quienes ha tratado, y quienes ponen en él y sus compañeros la mayor esperanza para la conversión de los herejes del condado de Cornualles y del Principado de Gales. Se trata del P. Aubert, quien ya ha abierto una iglesia en Penzance, donde desde hace 300 años no se había visto ningún rito de nuestra santa religión. Diez conversiones son el preludio de lo que la gracia hará en esos lugares, pero necesitará la ayuda de su Consejo. Espero su bondad sabrá defender la causa de esos pobres herejes. La comunidad del P. Aubert consta actualmente de tres sacerdotes y cuatro novicios; viene a Francia para pedirme más individuos necesarios para abarcar las provincias dispuestas a recibirlo, y así responder a la apremiante insistencia de los Obispos que han puesto sus esperanzas en él. El P. Aubert les explicará mejor la situación. Espero verán que está en condiciones de aprovechar la ayuda de la Sociedad”.

Carta a la Sociedad para la Propagación de la Fe, Junio 3, 1843, EO V núm. 81

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