UN SOLO CORAZÓN Y UN SOLO ESPÍRITU

Al analizar la estrada en el diario de Eugenio respecto a la situación en Montreal, surgen algunas lecciones importantes.

“Pero la carta del obispo de Montreal encierra reflexiones justas y emite un juicio demasiado prudente para que me resista a transcribirlo. Después de decir las cosas más amables y paternales hasta la tercera página, continúa:

“Ahora, monseñor, voy a ponerlo al corriente de las pequeñas penas que se han notado en esos hombres de Dios ¿y dónde no las hay, pues Dios las ve hasta en sus ángeles? En primer lugar, no han tenido la ventaja de verse y vivir suficiente tiempo juntos para lograr la simpatía y cordialidad que forman el Cor unum et anima una de toda comunidad. La falta de esta armonía perfecta ha sido notoria para los sacerdotes locales e incluso para algunos laicos. Algunos lo han lamentado y otros han hecho de ello el objeto de sus bromas. Felizmente, las cosas están mucho mejor en este aspecto.”

Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 20, 1843, EO XXI

Eugenio responde ante la situación:

“En primer lugar, en lo que se refiere a las dificultades internas, creo haberlas terminado al pedir al P. Baudrand volver, alguien cuyo espíritu no sabe doblegarse ante las circunstancias. De haber hecho más caso a mis recomendaciones, habría evitado su inclinación a juzgar y valorar todo y a todos, según sus ideas propias. Habría desconfiado de ellas y de su inexperiencia, y no hubiese tenido la tonta pretensión de criticar a su superior ante unos extraños, y menos aun se habría atrevido a decir que ese superior no era apto para el cargo recibido. Es él quien se mostró inepto para la misión con la que se le honró. Lo retiro, seguro de que la unión y cordialidad reinarán en la comunidad al no estar ya allí para enturbiarla con sus pretensiones y rumores. Perdone mi error; no formé personalmente a ese individuo, aunque habría creído que comprendería mejor su tarea.”

Carta a Ignacio Bourget, Obispo de Montreal, Mayo 30, 1843. EO I núm. 18

Eugenio siempre había insistido en SER hombres de Dios y en la necesidad de una comunidad de apoyo centrada en Cristo como la sine qua non de HACER el trabajo misionero de evangelizar con éxito. El error de la primera comunidad a este respecto confirmó la sabiduría de Eugenio: «ser» para “hacer». ¿Qué tan a menudo cometemos este error al formar a un nuevo equipo para una tarea en  particular y fallamos en que los miembros crezcan en la unidad, en el «ser» antes de ir a «hacer» con los demás?

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