El Obispo de Mazenod sufría al ver las dificultades en la vida de la gente de Marsella. Por ejemplo, una vez al pasar por un grupo de personas con vidas disipadas le llevó a expresar en su diario el dolor al ver su situación:
“Me causa un gran dolor la incapacidad de llegar a un gran número de almas como ellos, el dolor de verlos perderse sin poder hacer nada para rescatarlos del vicio y ayudarles a salvarse.”
Diario de Eugenio de Mazenod, Abril 22, 1839, EO XX
¿Cómo acercarse a esta parte de su rebaño?
No poder llegar a un gran número de almas por los medios convencionales le llevó a solicitar la cooperación de muchos en la diócesis, formando varios grupos para llegar a todas las áreas de la sociedad y sus necesidades, más allá de las estructuras parroquiales. La lista es un extraordinario testimonio de la cercanía del Pastor hacia su rebaño, en especial a los más abandonados, apartados de la Iglesia. A través de obras y sociedades de caridad no ligadas a las estructuras de las parroquias tendió una mano de ayuda, estableciendo y apoyando a una red de personas a través de quienes pudo expresar su cercanía pastoral a los necesitados.
El bendecir la nueva casa de las Hermanas, le llevó a esta reflexión de agradecimiento:
“es reconfortante para el corazón de un obispo ver surgir a su alrededor, en medio de esta gran población donde existen tantos vicios y cristianos que viven habitualmente en apostasía, algunas comunidades animadas por un muy buen espíritu, que por así decirlo, hacen contrapeso a las inequidades que atraen sin cesar la cólera de Dios, calmándola con la santidad de sus vidas. Es una verdadera compensación que ofrecer al Señor. Los justos habrían preservado a Sodoma de las llamas que redujeron a cenizas esa ciudad de culpables.”
Diario de Eugenio de Mazenod, Diciembre 27, 1842, EO XXI