Es cierto lo escrito por Eugenio respecto a los Hermanos y en lo que sea aplicable, a todas las vocaciones en la Familia Mazenodiana:
“Respondo que he visto siempre como una injusticia ocupar en el trabajo, de la mañana a la tarde, a hombres que han venido con nosotros para ser religiosos. Sin duda tienen que trabajar, pero también rezar e instruirse en los deberes de la vida religiosa. No son hombres de trabajo, no pueden ser trata-dos como domésticos a sueldo que se les paga para trabajar todo el día. Nuestros Hermanos tienen que asistir a la oración…”
Carta al P. Vincens, Diciembre 8, 1842, EO IX núm. 783
Luego menciona los momentos de oración común y ejercicios espirituales a los que deben asistir todos los miembros de la comunidad.
Actualmente, la Regla Oblata dice:
“Los Hermanos oblatos participan del único sacerdocio de Cristo. Están llamados a colaborar a su manera en la reconciliación de todos los seres en Él (cf. Col 1, 20). Por su consagración religiosa dan testimonio de una vida enteramente inspirada en el Evangelio.
En todas partes, los Hermanos participan en la obra misionera de la construcción de la Iglesia, especialmente en los territorios en que la Palabra se proclama por primera vez. Enviados por la Iglesia, su servicio técnico, profesional y pastoral, así como el testimonio de su vida constituyen su ministerio de evangelización.» (Regla 7 c)”
El comentario del Padre Jetté a esta Regla, dice:
“Desde el comienzo de la Congregación ha habido un cambio considerable en la vocación del Hermano Oblato. Podemos resumirlo de forma muy breve en estos términos: de asistente temporal del sacerdote, el Hermano se ha convertido en su asociado en el ministerio apostólico…
El Hermano ya no es considerado el primer hombre al servicio del sacerdote, a quien así libera de las tareas materiales para permitirle más libertad para realizar sus responsabilidades pastorales; el Hermano es más bien visto como “hombre apostólico” asociado al sacerdote, quien en su propia manera está comprometido al trabajo de evangelización. En esta tarea existe un ministerio que le es propio y que la Iglesia, a través de la Congregación le encomienda: un ministerio de servicio técnico, profesional o pastoral, según las necesidades de un entorno dado y las aptitudes y capacidad de cada Hermano.
La Regla 3 establece antes que nada, la base espiritual de la vocación apostólica del Hermano: “Los Hermanos Oblatos” — al igual que todos los Cristianos, de hecho — “comparten el sacerdocio común de Cristo. Son llamados a cooperar en su manera particular y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas” (cf. Col. 1:20).”
El Hombre Apostólico, páginas 88-89
Quisiera llevar esto más allá y replantear la misma pregunta a toda la Familia Mazenodiana: «¿No se convierten en ministerio dichos servicios, por el hecho de que los Asociados han recibido una misión a cumplir como laicado en la Iglesia?»
Esto además señala la responsabilidad de la Familia Mazenodiana para asegurar la instrucción en el carisma y las oportunidades para la expresión espiritual y en el crecimiento personal y la misión.