LA GENEROSIDAD DE NUESTROS ASOCIADOS LAICOS
Desde el primer día de existencia de los Oblatos, no habrían sido posibles nuestros éxitos misioneros sin la presencia y ayuda de los laicos que nos han apoyado. Veintiséis años después, vemos esto ser verdad en Canadá, a solo meses de la llegada de los Oblatos.
“Dios hace milagros por nosotros… recibimos como regalo la hermosa propiedad de Longueil, a orillas del río San Lorenzo frente a Montreal. Es una casa soberbia con un magnífico parque tan agradable como útil, y una pradera. Los bienhechores que han sido tan generosos, están dispuestos a otorgar más tierras a la propiedad ya tan considerable; otras personas desean añadir su ayuda a lo ya recibido.”
Carta al Padre Casimiro Aubert, Septiembre 26, 1842, EO III núm. 2
Los bienhechores estaban tan impresionados por el celo de los Oblatos, que hicieron generosas contribuciones a su misión. Eugenio escribió a uno de ellos, que había aportado una gran suma de dinero al obsequio de la casa “…Esta solicitud es mucho más favorable para nosotros, que estamos en deuda con usted por su generosa y tan gran contribución al obsequio ya hecho a la Congregación…”
Esta sociedad con los misioneros continúa hasta hoy, no solo en la ayuda material, sino en la cooperación misionera como colaboradores en la Familia Mazenodiana misionera. Nuestra Regla de Vida actual expresa este don de cooperación Mazenodiana de esta forma:
«Algunos laicos se sienten llamados a participar en él según su estado de vida, y a vivirlo según modalidades que varían según los ambientes y las culturas. Participan en el carisma en espíritu de comunión y de reciprocidad entre sí con los Oblatos.»
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