El momento de que partieran los seis misioneros Oblatos al fin había llegado, y se reunieron en Marsella para su despedida. Eugenio expresa en su diario, lleno de admiración por su generosidad y espíritu de oblación:
Esta tarde convivimos con nuestros queridos misioneros que parten mañana a Canadá. Nada más edificante que lo que les anima: van llenos de celo y una dedicación sin límites, sacrificando con generosidad los afectos personales, sin que pase por su pensamiento valerse de ello para recibir agradecimiento. Hay que decirlo porque es verdad: han sido perfectos, Dios se los tendrá en cuenta.
Diario de Eugenio de Mazenod, Septiembre 28,1841, EO XX