EL FALLECIMIENTO DE UNO DE NUESTROS PADRES FUNDADORES

Con el más profundo dolor les hago saber de la muerte del buen y santo P. Mie 

Carta al P. Jean Baptiste Mille, Marzo 11, 1841, EO IX núm.  726

Cuando Napoleón llegó al poder en 1799, el Padre Mie pudo estar abiertamente a cargo de una parroquia, sin el peligro de ser perseguido. Pasó los siguientes 14 años en el ministerio parroquial, como capellán de hospital y predicador de misiones parroquiales.

Yvon Beaudoin nos relata:

… en la primavera de 1814 dio una misión en Saint-Paul-lès-Durance con el P. Tempier, ordenado sacerdote poco antes.
 
En el otoño de 1815 el padre de Mazenod lo invitó a unírsele. El padre Mie aceptó de muy buena gana esa propuesta, que respondía al atractivo que el Señor le había dado para el santo ministerio de las misiones. Se unió a los Misioneros de Provenza en octubre de 1815, pero no entró definitivamente en comunidad sino hasta el capítulo general y el retiro anual de 1818. Pronunció los votos con sus compañeros el 1° de noviembre de 1818, tras haber sido nombrado cuarto asistente general. Hasta su muerte, siempre fue nombrado asistente en cada capítulo.
 
Aunque no era un orador talentoso, podía transmitir lo que había en su corazón de tal forma que  «al escucharlo, la audiencia se sentía penetrada dulcemente por el Espíritu de Dios.»
 
El P. Mie fue un misionero incansable. Participó en todas las misiones de 1816 a 1819. Después, durante muchos años, pasó la mitad del año evangelizando las parroquias del sudeste de Francia. Su calma habitual y su placidez natural daban la impresión de apatía. Eso explica por qué en el púlpito era un buen catequista. Su palabra era tranquila, sus gestos raros, su rostro poco animado, su voz sin brillo. » Pero, escribe Mons. Santiago Jeancard: había en él un acento de convicción y a veces de sentimiento, que reflejaba la unción que había en su corazón. Oyéndolo, uno se sentía dulcemente penetrado por el Espíritu de Dios… Pocos hombres han tenido en el mismo grado que él el arte de instruir sólidamente en la religión a las clases ignorantes. Exponía la doctrina de la Iglesia, tanto en dogma como en moral, con una sencillez, claridad, una exactitud de lenguaje y con una ilación y coordinación de ideas tan perfectas, que los espíritus menos inteligentes y más rudos comprendían todo su discurso…

https://www.omiworld.org/es/lemma/mie-pedro-nolasco-es/

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