En Francia se acostumbra que la gente exprese sus deseos a los demás en Año Nuevo, mientras que en varios otros países se hace en Navidad. Para el Obispo esto significaba horas de recibir personas formalmente para intercambiar saludos y buenos deseos.
A Eugenio le pesaba este tiempo, pero lo veía como una parte importante de su papel en la ciudad. Trataba de sobrellevarlo, viviéndolo en la presencia de Dios.
Empezó en seguida la gran recepción general, que duró todo el día. Varias veces tuve que elevar el corazón a Dios para ofrecerle este tedioso deber de mi puesto. Por engorroso que sea, puede ser visto por el lado bueno: es un homenaje tributado al jefe de la religión en la diócesis. Un gran número de personas se ponen en contacto con él y se intercambian palabras agradables.
Diario de Eugenio de Mazenod, Enero 1° 1840, EO XX
Las visitas eran tan numerosas, que hubo que separar un segundo día para continuar con el proceso.
Una buena actitud que podemos cultivar al enfrentar una rutina tediosa en alguna de nuestras ocupaciones diarias.