Al escribir al Padre Guigues, quien se encontraba en el Santuario Mariano de N.D. de L’Osier, Eugenio encomienda las dificultades de la Congregación a la intercesión de la Virgen María.
Ruega a la Santísima Virgen que venga en nuestra ayuda. La Congregación nunca ha sufrido una tempestad igual: la muerte, la apostasía y la persecución atroz de quienes deberían protegerla. ¿Es suficiente para gritar a Dios?
Carta a Bruno Guigues, Noviembre 4,1839, EO IX núm. 704
Muerte: Eugenio lloraba la muerte de dos Oblatos: el P. Albini, a quien había sido muy cercano en los últimos 16 años, y el hermano escolástico Morandini, de 22 años.
Apostasía: el P. Jerome Gignoux había dejado la Congregación y se encontraba agitando una violenta oposición en contra de los Oblatos.
Terrible persecución: en el Santuario de Notre Dame du Laus (en el que habíamos trabajado desde 1818), el nuevo Obispo y sacerdotes de la diócesis buscaban relevar a los Oblatos en el exitoso ministerio en el Santuario, para poder quedarse en él.
Y en medio de todo ello, Eugenio buscaba a Dios, pidiendo fortaleza.