Eugenio comenta en su diario visitar el convento de las hermanas contemplativas, cuyas vidas transcurren en silencio y oración. En ella experimentó la presencia de Dios, pues piden en forma constante por el mundo y sus necesidades.
Visita anual al primer monasterio de la Visitación. No puedo comentar lo suficiente la edificación encontrada; es realmente admirable ver la unión y la paz que reina en esa casa de Dios, la obediencia y el respeto a la superiora, pero sobre todo, el amor y fidelidad a la regla, el apego a las respuestas de los fundadores. ¿Cómo explicar la felicidad de todas estas santas hijas, y quién les hace preferir su estado a todo lo que el mundo podría ofrecerles? Solo es posible atribuirlo a la unción de la gracia, al Espíritu de Dios. Cada vez me impresiona más y me prueba la acción constante de la Providencia, un anticipo de la felicidad a la que son llamadas estas almas selectas, que gozan de esa dicha…
Diario de Eugenio de Mazenod, Abril 22, 1839, EO XX