“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto» (Juan 15:5)
Dentro del contexto de la Última Cena, Jesús prepara a sus discípulos para vivir en el mundo sin su presencia física. En el Evangelio de hoy, (Juan 15:1-8), la palabra clave es “permanecer”, que se repite 10 veces. La imagen de la “permanencia” es que Jesús es la Vid y que tú y yo somos las ramas que se mantienen vivas mutuamente en la morada del amor. La savia en nuestra vida cotidiana proviene de la Vid, dando fruto en y a través de nosotros.
San Eugenio de Mazenod meditaba sobre sí mismo utilizando la imagen de un árbol:
Yo era un árbol dañado por el pecado original. El Padre de familia habría podido hacerlo cortar y echar al fuego, pero prefirió trasplantarlo a tierra buena para que diera buenos frutos. Ese ha sido el efecto del bautismo.
… Trasplantado a la tierra bendita regada por la sangre de Jesucristo, abonada con su propia substancia, etc. ¿qué fruto he producido? ¡Dios mío! (1814)
Recientemente hemos tenido y seguimos viviendo días de desafío, necesitando conocer la importancia de ser las ramas de una Morada que nos reta a dar fruto en un contexto inusual. Recordemos que Jesús menciona “permanecer” diez veces en el Evangelio de hoy y nos lo sigue repitiendo constantemente a lo largo del día.
