Eugenio relata dos de sus visitas pastorales para reconfortar a quienes sufrían.
Al volver a la ciudad fui a visitar al abate Fissiaux, quien sufre mucho al ver que la enfermedad se llevó a siete niñas de su comunidad.
El Padre Charles Fissiaux del clero diocesano, había establecido un lugar para ayudar a las niñas pobres y a los huérfanos de la epidemia del cólera de 1835. En 1839 fundó la Sociedad de San Pedro Encadenado, para jóvenes en prisión.
De allí fui a visitar al señor Jourdan quien se contagió del cólera, pero tiene alguna esperanza de curación. Mi visita le hizo un bien indecible y animó mucho al doctor Ducros, quien llegó a la casa del enfermo al mismo tiempo que yo. Si se comprendiera lo que es un obispo, se sorprenderían menos de verlo acercarse a sus fieles cuando están afligidos o luchando con la enfermedad y la muerte.
Diario de Eugenio de Mazenod, Septiembre 8, 1837, EO XV