ORAISON: ORANDO CON LA FAMILIA MAZENODIANA EN FEBRERO 

En la oración silenciosa y prolongada de cada día, nos dejamos modelar por el Señor y encontramos en él inspiración para nuestra conducta” (Regla de Vida OMI, 33).

La práctica de Oraison formaba una parte importante en la oración diaria de San Eugenio durante la cual entraba en comunión con los miembros de su familia misionera. Mientras que ellos se encontraban en Francia, se les hacía fácil juntarse en oración alrededor del mismo horario. Cuando los misioneros Oblatos comenzaron a ser enviados a los varios continentes ya no les era posible orar al mismo tiempo. Sin embargo, cada día había un tiempo cuando se detenían para orar en unión uno con el otro—aunque no fuera al mismo tiempo.

Esta es una práctica que Eugenio quería que su familia religiosa mantuviera. Por eso les invitamos a formar parte de esta práctica de Oraison el domingo, 16 de febrero, 2020, conmemorando el aniversario de la aprobación de las Constituciones y Reglas Oblatas el 17 de febrero.

La aprobación pontificia del 17 de febrero de 1826 fue un hecho de discernimiento de la Iglesia, la cual reconoció que la inspiración que recibió Eugenio ciertamente había venido de Dios. Por diez años este pequeño grupo de misioneros sobrevivió con su visión fundadora, sobreviviendo pruebas, persecución, deserciones y casi-exterminación, pero nunca dándose por vencido. Creían que su vocación venía de Dios, que su ideal estaba inspirado por Dios y que su misión a los más abandonados venía de Dios. El discernimiento de la Iglesia lo confirmó e inyectó nueva vida y vigor en ellos. Es una inyección de vida divina que continua a impulsar a la familia Mazenodiana.

Foto tomada en Baja California, México, donde la Familia Mazenodiana continúa la misión de San Eugenio. La imagen nos recuerda a los misioneros oblatos que cruzaron los mares para llevar el Evangelio a los necesitados.

«Así como tú me has enviado al mundo, así yo también los envío al mundo, y por ellos ofrezco el sacrificio, para que también ellos sean consagrados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra. Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.» Juan 17:18-21

Algunos años después, Eugenio reflexiona sobre el significado de aquel día en el cual siempre fue la costumbre de los Oblatos renovar sus votos:

Aniversario de la aprobación del instituto por la Santa Sede… La renovación prescrita por el capítulo se hizo inmediatamente después en mi presencia, por todos los sacerdotes y oblatos. Los novicios asistieron también… Una vez hecha la renovación, de rodillas ante el santísimo expuesto y con un cirio en la mano, se colocaron de pie y en círculo alrededor del altar…
Lo que había de especial, y no dejé de señalar en el pequeño discurso que acostumbro a hacer este día, es que al pie del altar estaban dispuestos a salir para nuevas conquistas los mismos que vinieron a dejar en él su agradecimiento por el admirable éxito de las misiones recientes.  ¡Qué bendiciones, en efecto, habían recibido en Fontvieille y Entraigues! El Señor les acompañará en Maussane y Mane, bendiciendo como siempre, el trabajo que hemos emprendido en su nombre.  (Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 17, 1837, EO XVIII)

Cada día somos invitados también a llevar nuestros éxitos al Salvador y renovar nuestra confianza en su presencia, para acompañarnos en nuestros momentos de dificultad.

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