HABRÍA PEDIDO A DIOS HACERME MORIR EN UN BAÑO TIBIO, COMO CASTIGO POR TANTA COBARDÍA

La reunión de la comunidad había sido exitosa, excepto por uno de los miembros.

Sólo el P. Martín, quien tiene tan poco ánimo como sentido común, encuentra difícil conciliar el trabajo que le han dado  y la regularidad que exijo. El mundo no será conquistado con tales apóstoles. Me parece que si a los veinticinco años hubiese actuado así, habría pedido a Dios hacerme morir en un baño tibio, como castigo por tanta cobardía.

Carta a Hippolyte Courtès, Marzo 6. 1831, EO VIII núm. 386

Eugenio, lleno de celo, quien ardía apasionadamente en su amor por el Salvador y deseaba fuera compartido entre  sus Oblatos y los más abandonados, no concebía la falta de pasión y celo en alguien.

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