Forbin Janson, sacerdote amigo de Eugenio, había ido de visita a Roma y Eugenio continuaba su batalla de regularizar la división agudizada en la Arquidiócesis de Aix, solicitándole informar a los Cardenales en Roma.
Diles claramente que el momento es oportuno para hacer triunfar los verdaderos principios. En la Iglesia no hay más lugar para una aristocracia episcopal que para una democracia presbiteral. Que todo esté subordinado a la cabeza, según lo instituyó Nuestro Señor Jesucristo.
Carta a Forbin Janson, Junio 1814, EO XV núm. 125
Leflon comenta: “El ímpetu del joven sacerdote Provenzal, que le hizo imposible aceptar cualquier medida a medias al tratar con los pactos y la cobardía, le llevó al punto de reprender a los Cardenales romanos, e incluso a Pío VII. Era obvio que la fiebre del país se había apoderado de él”. Leflon II, pág. 10