EUGENIO Y LA HISTORIA DE FRANCIA: NAPOLEÓN PLANEA LA DESTRUCCIÓN TOTAL DE LA RELIGIÓN CATÓLICA

A su regreso a Aix a mediados de 1812, Eugenio realizó su incipiente ministerio sacerdotal bajo la nube de Napoleón.

No era difícil darse cuenta de que el plan del impío Bonaparte y su infame Gobierno era el de destruir por completo a la Religión Católica en los Estados que había usurpado. Al ver como obstáculo el apego que la mayoría de los pueblos oprimidos tenía a la fe de sus padres para la realización del terrible proyecto ideado para su  estrategia, parecía haberse limitado mientras tanto a esperar el efecto del tiempo y de los métodos empleados para alcanzar sus metas.
Para lograr su ambición, Napoleón se enfocó a ganar los corazones y mentes de los jóvenes.
       De entre todos los medios, con el que más cuenta es la desmoralización de la juventud.
       El éxito de sus medidas es terrible. Toda Francia está ya cubierta de liceos, escuelas militares y otros establecimientos donde se alienta la impiedad; las malas costumbres son toleradas y el materialismo es promovido y aplaudido.
       Todas esas horribles escuelas se llenan de jóvenes sacrificados por la avaricia de sus padres ante el incentivo de un puesto gratuito o una media beca, con la esperanza de un progreso que solo se promete a los adeptos.  Los huecos se llenan con las víctimas que el tirano arranca sin piedad a sus familias para forzarlos a su inevitable corrupción. La obra ha sido lograda en gran parte. Un estudiante de 15 años, un alumno de escuela preparatoria, de una escuela militar, de la escuela politécnica, un paje, etc. son otros que casi no tienen esperanza de volver a sus buenas costumbres, a los buenos principios religiosos y políticos. Son educados para no reconocer más dios que Napoleón. Les promete impunidad para sus vicios, promoviendo su ambición  como única regla de conducta, móvil de todas sus acciones. Así, a la menor señal de su ídolo, vuelan adonde los llama su voz, dispuestos a cometer todos los crímenes que exija su sacrílega sumisión. Este panorama aunque espantoso es real y podría empeorar, sin temer exagerar. Además de lo que todos pueden ver, tengo miles de pruebas de lo que afirmo.
El mal llega al colmo y vamos rápidamente a una disolución total, si Dios no viene cuanto antes en nuestra ayuda…

Diario de la Congregación de la Juventud, Abril 25,  1813, EO XVI

Eugenio habría de responder en forma decidida, a costa del peligro hacia su persona.

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