Eugenio pasó dos meses en casa de su hermana convaleciendo y también realizando “el papel de ángel de consuelo” (Rey I pág. 478) para su sobrina de 19 años, Nathalie de Boisgelin, que agonizaba de una enfermedad respiratoria.
Describe la situación al P. Tempier, compartiendo su angustia:
Ella me confesó que si por una parte la deseaba, por otra la temía muchísimo, pues el purgatorio le atemorizaba horriblemente y todo su cuerpo se estremecía al solo pensar que al dejar este mundo estaría separada de Dios, pues en el purgatorio no vemos a Dios, expiando cruelmente nuestros pecados y lloraba al decirlo. Date cuenta de mi situación; obligado por el deber de conciencia a no desviarla del pensamiento de la muerte que me decía estaba muy próxima, y a ahogar en mi corazón toda la angustia y el dolor que ello me producía.
Carta a Henri Tempier, Octubre 28, 1829, EO VII núm. 339