SE PUEDE CAMBIAR AL MUNDO CON ALGUNAS PERSONAS BONDADOSAS

Inicialmente, al ser fundados por Eugenio en 1816, éramos un grupo de sacerdotes misioneros. Dos años después, discernió que Dios nos llamaba a ser una sociedad de misioneros religiosos con votos. Esto significaba que como religiosos, seríamos hermanos y sacerdotes. Algunos jóvenes sintieron el llamado de Dios a ser misioneros como hermanos y no como sacerdotes (cf. http://www.eugenedemazenod.net/esp/?p=2646 ). El primero en hacer su oblación como Hermano fue Jean-Bernard Ferrand, quien tenía 23 años al hacer su compromiso.

Eugenio escribió acerca de él al estar gravemente enfermo. La primera vez recordaría el hábito de sueño del Hermano Ferrand con un irónico sentido del humor:

 Todo eso hizo falta para despertar al buen hermano Ferrand, que dormía en la pieza que precede a mi pequeña habitación; en vano lo había llamado, silbado y golpeado la pared; subió para pedirle preparar un poco de té de tila como el médico había ordenado; pero como mientras tanto el dolor se hizo más soportable, pensé aguantar para no perder la dicha de celebrar la santa misa. El dolor se disipó después y volví a dormir.

Carta a Henri Tempier, Mayo 15, EO VII n. 330

 Cuando eventualmente Eugenio se recuperó de su grave enfermedad, expresó su gratitud por el cuidado prodigado por el Hermano Ferrand. Rey nos comenta:

Entre los últimos estaba el Hermano Ferrand, quien había dado al Fundador demostraciones de una total devoción, cuidando de él día y noche y ofreciendo su vida en vez de la suya. En el punto más alto de la crisis que casi triunfó, el Fundador se vio en un sueño, como casi descender a la tumba: al parecer que desaparecía, creyó que los brazos del Hermano Ferrand lo levantaban con fuerza.  Un poderoso esfuerzo dirigido y secundado por la Santísima Virgen, lo devolvió de la tumba en completa salud. El Fundador gustaba de recordar su sueño con el Hermano Ferrand y atribuir su recuperación a los innumerables rosarios que había rezado por él, pidiendo la gracia de su curación.”  Rey 1 pág. 471

Al mirar atrás a los 200 años de existencia, encontramos que en cada página de nuestra historia misionera está  la poderosa presencia de los Hermanos, cuyo celo y cuidado trajo la calidez de la oración y cercanía a la gente, que los sacerdotes solos nunca habrían podido.

“Nunca creas que unas cuantas personas bondadosas no pueden cambiar al mundo, pues en realidad, son los únicos que lo han hecho”. — Margaret Mead

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