En Marsella, Henri Tempier estaba preocupado por la salud de Eugenio e insistía en que consultara a los doctores. Eugenio siguió la recomendación, comentando con humor:
… El día de ayer no fue del todo bueno; sin embargo, huí al ver llegar a los doctores, aunque no pude escapar a su caritativa persecución.
Viendo aún el lado bueno, comenta que la conversación de alguien le había irritado, por lo que da su opinión:
… El día ha sido bastante bueno, fuera de una conversación que me agitó e hizo tomar la resolución de dejar si me es posible, que el mundo vaya como quiera, así me aseguren que los bueyes vuelan, aunque estaría más dispuesto a creer que los burros hablan.
Carta a Henri Tempier, Mayo 16, 1829, EO VII núm. 331
Haciendo a un lado el optimismo, esta fue la última carta que escribiría en varios meses, al empeorar su enfermedad.