Cuando sufro, ¿a quién permito estar conmigo para apoyarme?
Eugenio describe las últimas horas de Marius Suzanne:
Creo querido amigo, que hace bastante tiempo que no escribo; mis horas, días y noches transcurren junto a nuestro bienaventurado enfermo, que lleva el sacrificio en forma heroica. Todos escuchan sus palabras y yo medito sobre los sufrimientos de la Santísima Virgen al pie de la cruz, de los que hasta hoy solo tenía una idea. Además de la enfermedad que se lleva a este hijo queridísimo quien probablemente habría podido ir a la eternidad sin tanto sufrimiento, se han añadido una inflamación del intestino y del estómago, un hipo continuo que nada puede calmar, convulsiones frecuentes, etc., que lo colocan entre los mártires. Este hijo querido conserva su lucidez y me cuenta toda su angustia, desgarrándome el alma, repitiéndome mil veces de la forma más tierna: «Mi buen Padre», que al mismo tiempo le alivia y me duele, pues en efecto soy un buen Padre, y me mata el estar a punto de perder a un hijo tan bueno, a quien siempre he querido más que a mí mismo.
Carta a Hippolyte Courtés. Enero 29, 1829, EO VII núm. 323
Posteriormente Eugenio escribió:
Acabamos de perder hoy, a las dos de la tarde, a nuestro querido y muy precioso P. Suzanne. Todas sus cualidades eran conocidas, pero no pudiste apreciar como nosotros, las heroicas virtudes que practicó durante la larga y cruel enfermedad que nos lo ha arrebatado. En la desolación en que estamos, solo lo encomiendo a las oraciones de tu comunidad.
Carta a Jean Baptiste Honorat, Enero 31, 1829, EO VII núm. 324
“Acompaña a Jesús en Su Pasión y a Su Madre agobiada.”