EL RECUERDO DE TRECE AÑOS ESTÁ PRESENTE EN MI ESPÍRITU

Eugenio plasmó sus pensamientos y sentimientos en una nota de su diario personal. ¿Qué despierta en mí esta ojeada sobre la muerte de los seres queridos?

Fueron tantas palabras que clavaron la espada tan adentro que me sorprende no haber muerto. Nunca como ahora había tenido idea de los sufrimientos de la Santísima Virgen al pie de la Cruz. Muero cien veces al día; mi dolor es excesivo, no puedo expresarlo. Cuando estoy con él, mi corazón está desgarrado  pero trato de dominarme y le hablo de Dios. Él escucha con cariño todo lo que le digo, pero al estar lejos de él estoy desolado. Su imagen está siempre presente: lo que vale, lo que era para mí, lo que fui para él. El recuerdo de trece años está presente en mi espíritu. Estoy en continua agonía; moriría de no aliviarme de vez en cuando una explosión de sollozos y abundantes lágrimas. No creo que ninguno de mis hijos me quiera como él. Se diría que se dedicó a modelar su espíritu y  corazón sobre el mío, o mejor dicho, todo sucedió de forma natural. Nunca hubo mayor concordancia de pensamientos, sentimientos, opiniones, de gustos y de forma de ver. ¿No me dijo veinte veces que su confianza en mí no tenía límites, que no quería en él el menor pensamiento, el menor sentimiento o deseo que me fuera desconocido? El recuerdo de tanta unión ¿no es para arrancarme lágrimas y sumirme en el dolor más amargo? ¡Dios mío! separas dos corazones hechos para estar siempre unidos. Sin embargo, será por poco tiempo

Eugenio de Mazenod: Notas sobre la enfermedad del P. Suzanne, Enero 1829, EO XV núm. 158

 

“El mayor tributo a los muertos no es el dolor, sino la gratitud.”   Thornton Wilder

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